La palabra “madrastra”, producto de los cuentos de Disney, suena horrible. Inconscientemente asociamos esta palabra con maldad, una bruja, una persona fea y fría. Por cosas del destino y después de siete años separados, me reencontré con el hombre de mi vida, mi pololo de la universidad al cual yo pateé, pero siempre dije que dentro de mis parejas, él había sido el mejor por un sinfín de cosas, esta vez venía con algo adicional. En este período separados él fue padre y tiene un hijo actualmente de 4 años.

El comienzo de este pololeo versión 2.0, respecto a este “ingrediente” adicional (llamo ingrediente a Bastián ya que él llegó a ser lo que faltaba para que seamos una familia exquisitamente especial como lo somos fin de semana por medio), no fue fácil puesto que la relación con la mamá de Bastian es un poco compleja hasta el día de hoy, pero eso es harina de otra receta.

Tuve que darle muchas vueltas en mi cabeza al tema de seguir o no con esta relación y al “ingrediente” adicional, pero si Dios nuevamente había puesto en mi camino al “mejor pololo” que tuve en mi vida, me pasaría si no lo aceptaba por ese pequeño ingrediente de 4 años.

Llegó el día de conocerlo. Para quebrar el hielo – y dado que me habían contado que el niño es tímido -, compré un Rayo McQueen y esperé que llegara al lugar de encuentro. Cuando por fin llegó y mi pololo me lo presentó, el automáticamente se escondió en las piernas del papá y sonrió… me bastó ver los ojitos del “ingrediente” y fue amor a primera vista… era un gordito de casi un metro de estatura… grandes ojos grises y mejillas rosadas… una delicia.

Nos dedicamos toda la tarde a jugar, al despedirnos, el papá le pregunta que le pareció “La Mili” (asi me dicen) y el responde con una gran sonrisa: “linda!!!”…. morí en el instante.
Pasaron los días, y la mamá de Bastian le pregunta a la abuela paterna de este, que quién era “La Mili”? Mi suegra, preocupada, le dice porque le pregunta eso, y la mamá del ingrediente le indica lo siguiente: “Bastian lo único que hace es hablar de ella y lo linda que es…”

Nuestra relación Madrastra/Hijastro es más bien de amistad, juegos, bailes y una cantidad desorbitante de amor ya que las reglas las pone su papá y nosotros solo nos dedicamos a pasarlo bien, crear códigos “secretos” – como el beso de buenas noches que es un beso en la frente y el de buenos días es frotar nuestras narices -, comer golosinas solo en nuestra “guarida” (entiéndase como tal meterse bajo la mesa del comedor y hablar “calladito”), etcétera. Hay ocasiones en las cuales Bastian se olvida que soy Mili y se le sale un “Mamá”… y cuando se da cuenta, me mira y sólo sonríe….

Actualmente lo vemos cada quince días de acuerdo a la mediación que se llegó, pero si dependiera de mí, lo vería todas las semanas. Me encantaría poder tener una comunicación más fluida con su mamá y disfrutarlo más horas, ya que se robo mi corazón y yo trabajo sólo a cinco minutos de su casa.

Me da una pena horrible cuando llega la tarde del domingo, que está con nosotros, y tenemos que despedirnos con un “te amo y te extrañare”. Él me responde con un abrazo y un “Yo también Mili”.

En ningún momento he buscado remplazar a su madre, nunca lo podría hacer, pero Bastian llegó a complementar nuestra relación de pareja de una manera inigualable. Es un ser exquisito, especial, tímido, sensible, único y que sólo vino a sumar, así que si alguien lee este post que muy amorosamente Javi Belmar me permitió enviárselo y compartir mi experiencia de “madrastra”, vea que las mujeres que están en mi posición no somos malas, ni feas … muchas veces son mujeres que están dispuesta a entregar cariño y afecto a seres tan maravillosos que son los niños y que no tienen ninguna culpa por las decisiones que toman los adultos.

María de los Ángeles.

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