Me acuerdo perfectamente cuando estaba sentada tomando once en la casa de mis papás, con una tremenda guata, conversando con ellos y mis abuelos, acerca de lo que se venía. En eso, mis papás se ponen a hablar con mi abuela de viajes y próximos destinos y yo me puse blanca. ¿Cómo? ¿Estaban pensando irse de viaje y dejarme sola? A lo que mi abuela me responde: pero Javi, ya sabrás. No eres ni la primera ni la última en tener guagua. Y a mi me vino un ataque de desolación pensando en que no tenía idea de nada acerca de la maternidad.
Yo me preguntaba: ¿Y si se me cae? ¿Y si no sé cómo darle la leche? ¿Cómo se muda? ¿Bañarla? ¿Manejar con la guagua atrás? ¿Y si me chocan? ¿Y si le entierro las uñas sin querer al tomarla o vestirla? ¿Cómo se le cortan las uñas? ¿Y si se me cae durmiendo? ¿Y si tiene frío? ¿Cómo sé si tiene calor? Entre un millón de otras cosas que me dejaron absolutamente preocupada.
Hablando con mi hermana, con amigas y primas, me di cuenta que es un susto generalizado que le pasa a muchas mujeres primerizas. Tanto así que se está poniendo de moda tener enfermera para los primeros días que se llega a la casa con la guagua. ¡Rico! Que te ayuden, guíen y puedas dormir un rato no tiene precio, pero tampoco lo tiene el vivir esa primera experiencia de empezar de a poco a saber cómo ser mamá, de comenzar a conocer a tu guagua.
Y me gustaría decirles algo a todas las que pronto serán mamás y tienen un poco de susto: la naturaleza es sabia y cuando nace un hijo, se activa un sexto sentido. A algunas en el mismo parto, a otras días después y a algunas se demora un poco más pero siempre llega eso que se llama: maternidad. De a poco, con los días, sabrán cómo hacer todo. Y si no lo saben, aprenderán. De a poco irán conociendo los tipos de llanto (hambre, dolor, sueño, regaloneo), sus risas, sus horarios, cuándo tiene hambre. Te derretirás cuando te mire con amor, la primera vez que te agarre la mano, el primer baño juntas. Dormir acurrucadas, y sentirte que se te para el corazón cunado escuchas por primera vez un mamá. Descubrirán juntos sus momentos favoritos y verás cómo con el paso de los días, todo lo que una vez fue susto, se convierte en algo cotidiano y normal que amarás, porque va en nuestra sangre.
¿Les pasó lo mismo algo parecido al principio?