La historia de cómo se formó mi familia

En I am Canguro les he contado de mi vida. Cómo supe de mi embarazo, el proceso de ser mamá soltera en un país como Chile y muchas otras historias. Pero hoy, lo que quiero escribir es algo maravilloso que me ha pasado, y que fue conocer a Pierre.

Mi hija nació un 27 de enero del 2011. En el parto estaba mi mamá, que fue mi gran apoyo en ese momento tan importante. El papá de Emma me llamó a los 2 días, y el segundo llamado a las 2 semanas, prolongándose cada vez más en el tiempo. Por suerte, como es australiano y está muy lejos, pude mentalizarme para desligarme de él. Además que ya no me daban ganas de hablar en inglés y la distancia hacía todo más fácil. Yo ya estaba decidida a no dejar que esto influyera en ese momento de mi vida, pero en verdad era muy difícil. Muy, muy difícil. Muchas mujeres me hablaban de la depresión post parto, pero la verdad es que jamás sentí algo así. Yo tenía un problema en particular con el papá de mi hija y sabía que eso tenía que tratarlo. Por eso llamé a una amiga y le pedí que me recomendara a su psicóloga.

Así, llegué al psicólogo a los 2 meses desde que me había convertido en mamá. Después de la primera sesión y de todo lo que le conté, me recomendó ir 2 veces a la semana por todo el tiempo que fuese necesario. Y accedí porque de verdad sentía que lo necesitaba -a pesar de que era mucha plata-, pero era lo que menos importaba, ya que era una inversión de mi para mi, para volver a pararme frente al mundo (ahora a cargo de una persona) y para volver a estar en paz en mi cabeza y corazón. Esta terapia me sirvió para desahogarme y poder unir mis pedazos de nuevo para ser la mejor mamá para mi hija.

Un tema en particular que empezamos a tratar después de muchos meses, era que no me atrevía a hablarle a los hombres. El papá de Emma me había dejado insegura y muy tímida, todo lo contrario a quien en verdad soy. Las pocas veces que salía, y si llegaba a conversar con alguien del sexo opuesto, salía corriendo. Sentía que no sabía qué era lo que podía decir. – “Hola, soy Javiera, mamá soltera, tengo que llevar luego a mi casa porque mañana me levanto a las 6 a dar papa”. Eso era lo único que tenía en la cabeza. Se me olvidaron mis historias y qué era lo que me hacía atractiva. Y luego de varios meses, tenía que ponerme a prueba, pero la verdad es que tampoco tenía tantas ganas de hacerlo. Sentía que el momento llegaría solo. Y así fue.

El 1 de diciembre era la Teletón y yo estaba acostada viéndola y conversando con unos amigos por el chat de Facebook. Era el cumpleaños del marido de mi amiga Monona, con quien tenemos un grupo de amigos en común, así que quería ir, pero mi cama estaba demasiado rica. Un amigo me dijo: te obligo a ir, no te puedes quedar viendo la Teletón. Yo me vestí y partí.

Llegué como a las 10 de la noche, y estaba feliz conversando con mis amigas. Y de repente, llegó un grupo de amigos con un nuevo integrante llamado Pierre. Yo me puse un poco nerviosa porque algo me pasó de inmediato con él, y no sé cómo, de la nada, me acerqué a hablarle. Resultó que era el primo francés de un amigo mío, que venía a Chile por un corto tiempo a conocer a su familia y el país. Estudiaba Derecho, tenía 24 años (yo 30) y pasamos toda la noche conversando. De la nada, un amigo  se acercó para decirle: la Javi es increíble, y tiene una hija exquisita, te mueres lo rica. Y ahí los ojos de Pierre se desorbitaron un poco y yo pensé – ok, nada que hacer, au revoir Pierre -, pero misteriosamente, me seguía conversando.

Después del cumpleaños, nos fuimos varias personas a bailar a un after. En mi rol de mamá yo ya no salía nunca, menos a afters, pero esta vez fui. Conversamos otro rato más, hasta que me despedí y le dije: si quieres salir a conocer Santiago, me avisas. Agrégame a Facebook. Y me fui. (Claro que no sabía que era para salir él, la Emma y yo).

Al otro día, me desperté y prendí el computador. Y a los pocos segundos, me agregó. ¡No cabía en mi pellejo! Nos saludamos y después de conversar unos minutos, quedamos de juntarnos el jueves en la casa de sus tíos, que quedaba al lado de mi oficina. Saldríamos a comer y les juro que me sentía tal como cuando era quinceañera.

Llegó el jueves y crecían mis nervios. Estuve todo el día pensando en qué haría? ¿Qué se hace? ¿Paga él, pago yo? Cosas ridículas que piensa una. A las 7 de la tarde estaba en su casa, y después de conversar un rato, partimos al restaurant mexicano de Condell. Muchas risas nerviosas, coqueteo y todo lo que me contaba de su vida me encantaba: había estado en África y muchos países haciendo trabajos sociales, estaba feliz en Chile y mientras más me hablaba más me gustaba. De repente se paró para ir al baño, volvió y cuando había que pagar la cuenta para irnos me dijo: ya está todo listo 😉

Nos quedamos en el auto conversando un largo rato hasta que sonó mi teléfono. Era mi mamá muy nerviosa pidiéndome que volara para la casa porque Emma no podía dormir bien por resfrío. Así que le dije chao a Pierre y volé para la casa de mis papás. Dejé de soñar un rato, entendí mis prioridades y bueno, si me volvía a buscar para salir, perfecto, y si no, seguía mi vida.

Por suerte me siguió hablando. Yo me iba a vivir sola y él, tan tierno, me ayudó a cambiarme de casa todo un día sábado. No sólo eso, sino que volvió a hacerlo como 3 veces más. Me acompañó a comprar las cosas del departamento como 3 fines de semana seguidos y a armar todos los muebles. Y de a poco,  mi hija se fue acostumbrando a su presencia y él a la de ella. Y así fue como partió nuestra historia porque desde el día que nos conocimos, no nos hemos separado más.

A los 2 meses, llegó su mamá de Francia a verlo y se fueron al sur con sus tíos. Yo me fui de vacaciones, también al sur, pero con mi familia. La visita de su mamá podía hacer que lo nuestro creciera, o que terminara, pero por suerte, la invité a comer para conocerla y no hubo más que amor entre nosotras. De hecho, nos fuimos todos a la playa juntos, y el resto de los fines de semana fueron destinados a presentarle Santiago y recorrer todos sus rincones. Esto sólo hizo que las cosas entre Pierre y yo fueran cada vez mejor.

Finalmente, su mamá se fue y Pierre decidió quedarse en Chile. Y porque la vida ayuda cuando tiene que ayudar, empezó a trabajar como profesor en un colegio francés, donde se ha desarrollado maravillosamente. Por supuesto, como en todas las parejas, tuvimos problemas, peleas y diferencias, pero después de ya haber pasado el año viviendo juntos, todo ha pasado y la vida nos sonríe.

Hoy somos una familia de la que yo no podría estar más agradecida. Su paciencia, sus gestos, su cariño, su total entrega para que lo nuestro funcione, y además, el cuidado y amor que le entrega a mi hija, hoy nuestra hija, es lo mejor que me podría haber pasado.

Hoy estamos casados y tenemos nuestra familia. Pierre, gracias por estar en nuestras vidas. Eres lo máximo y amo tenerte cerca todas las mañanas. No puedo esperar a ver  qué otras cosas buenas nos trae la vida.

(Foto por Marida Fotografía)

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