Hace algún tiempo busqué álbumes ilustrados que trataran temas históricos difíciles de explicar a un niño. Encontré, entre muchos, algunos sobre el Holocausto, pero uno de los referentes que aparecia de inmediato en las búsquedas fue La composición de Antonio Skármeta publicado por Ediciones Ekaré en 1999.
Pedro es un niño apasionado por el fútbol, ¡le encanta! Lo único en lo que piensa es en el próximo partido. Pero poco a poco la lectura nos deja ver otra realidad. Por las noches sus padres escuchan las noticias por la radio, unas noticias que vienen de lejos, cuentan cosas sobre su país, le explica su padre. Un día, a la salida del colegio mientras Pedro y sus amigos jugan una pichanga, llega un furgón militar y se llevan al padre de uno de los niños del grupo de Pedro. El padre sólo alcanza a entregar las llaves del local familiar. Pedro llega a casa y explica a la familia lo que ha pasado. El niño intenta entender lo que está pasando, pregunta y la palabra «dictadura» empieza a dibujar un significado.
Pedro pregunta a sus padres: «yo también estoy contra la dictadura». «No se puede decir» contesta su madre «Los niños no están en contra de nada. Los niños son simplemente niños». Al otro día cuando Pedro llega al colegio, un militar entra a clase y les pide que escriban una composición sobre lo que hacen sus familias por la noche. La mejor redacción será premiada. Pedro no sabe cómo empezar. ¿Cómo contar que cada noche se enciende esa radio que cuenta noticias?
No cuento nada más para no arruinar el final, ya que esta es una historia con gancho, con un gran clímax y que ya sólo vale la pena por sí mismo. Es también un relato para niños mayores, a partir de nueve años, y que creo que es valiosa porque intenta mostrar cómo aquella realidad infantil ajena, fuera del tiempo en que viven los adultos, a veces se cuela en la realidad de los grandes para enseñar su inteligencia y suspicacia.
Pedro se enfrenta a una prueba, a una de las más difíciles de su vida, quizá. En la composición que le mandan a escribir se puede decidir el futuro de su familia y su mundo. La fuerza de su personaje y su decisión radica en que más allá de entender «la realidad», «los buenos y los malos», ha visto lo que pasa en la calle y deduce que se le está preguntando. De alguna forma, una metáfora de la lectura: leer es saber qué pasa, es reconocer los signos para después actuar.
Este es un libro con una reflexión profunda para una lectura con sentido. Quizá no para todos los días, pero sí para explicar o incluso explicarnos lo que nos ha pasado.