Vida Real: Yo tuve una guagua en invierno

Jamás pensé que las diferencias entre una guagua de verano y una de invierno, fueran tan grandes. Emma nació en pleno enero, con mucho calor, con ropa suelta, cómoda y ligera. A la semana de haber vuelto a la casa, salíamos a pasear en coche mientras yo aprovechaba de hacer ejercicios y Santiago, a pesar de estar con ola de calor, era agradable porque como muchos salen de vacaciones, la calidad del aire era entre buena y regular. Yo podía dejar a Emma durmiendo siesta debajo de un árbol, mientras me metía a capear el calor en la piscina. ¡Un agrado!

Emma me acompañaba a todos lados porque el clima acompañaba. Íbamos a comer, a un asado, a pasear, ni siquiera ir al doctor era tema. Y los cumpleaños siempre han sido simples, pero muy entretenidos: piscina, decoración, comida y listo. Invito a los papás de los hijos amigos de Emma, además de mis amigos con hijos, y lo pasamos increíble en un cumpleaños infantil más tirado a picnic que otra cosa.

Así era mi vida con una guagua de verano. ¡Lo máximo! Mi segunda hija, Juliette. nació en pleno invierno (junio), puedo decir que todo es completamente distinto. Primero, por lo obvio: el frío. Eso hace que la ropa tenga que ser abrigada, que en verdad es un pelo de la cola, pero mudar con tantas capas en alguien tan chico, es diferente. El frío e invierno, hacen que la calidad del aire sea mucho peor, por ende, sacarla es mucho más difícil, así que tengo que organizarme en sacarme leche, dejarla, coordinar los tiempos y otras cosas, para evitar sacarla al frío contaminado. Y para qué hablar de los bichos. Jamás pensé que éste iba a ser un problema tan serio.

Al mes desde que nació Juliette, Emma estaba en el colegio. Yo me preocupaba mucho de que se lavara las manos y se pusiera gel desinfectane antes de tocarla, pero nada fue suficiente y Emma volvió un día estornudando, con tos y fiebre. La llevé inmediatamente a urgencias y me dijeron que tenía adenovirus. La solución para evitar que Juliette se contagiara era que yo me fuera con ella a una casa, y Emma se quedara en la suya con el papá. Así lo hicimos por 3 días. Pero tampoco funcionó.

A la semana de este problema, Emma se fue al sur con mis papás aprovechando las vacaciones. Juliette se quedó con nosotros – obvio – y no había manera de que se quedara dormida en la noche. Lloraba y lloraba, pero no tenía fiebre. Luego no quería comer y así nos pasamos varias horas hasta que el doctor nos dijo: mejor seamos precavidos y vayan a urgencias a descartar algún virus grave, como el sincicial.

Llegamos volando a urgencias, que estaba repleto! Por suerte, como Juli tenía sólo 1 mes, la atendieron inmediatamente y le hicieron el panel de virus para ver si tenía alguno. Una hora después, el doctor volvía con la noticia de que era el sincicial y que nos teníamos que quedar ahí unos 5 días para prevenir cualquier avance grave del virus. Como no habían habitaciones, nos tuvimos que quedar en un box por 48 horas. Luego la subieron a la Unidad Crítica Pediátrica, donde vi cosas que me sacaron lágrimas. Una experiencia terrible, pero por lo que vi en redes sociales, una muy típica para los santiaguinos que tienen guaguas recién nacidas en invierno.

A todo esto, hay que sumarle el susto de que te venga a ver alguien que esté resfriado. Tener mascarillas, gel y spray desinfectante. Y obvio, cruzar los dedos para que uno tampoco se enferme, ni el marido, ni los hijos que van al jardín o colegio, ni los abuelos, ni nadie que esté cerca de la guagua.

Por suerte los días están mejorando y ya puedo salir a dar una vuelta con Juliette. El domingo fue nuestra primera vez en una plaza, un paso muy grande considerando que quedé muy enclaustrada después de mi experiencia con el virus sincicial. No hay nada como caminar bajo un poco de sol y disfrutar del olor de la primavera que se avecina a pasos agigantados, y disfrutar de los almendros en flor y los aromos con ese amarillo intenso que me hace estornudar.

Si volviese a tener otra guagua (no sé aún, aunque creo que ya no habrán más), parece que quiero planearlo todo muy bien y volver a tener una experiencia de guagua de verano.

Si tienen guaguas de invierno, como yo, los cuidados básicos son:
– lavarse las manos antes y después de comer, después de sonarse, después de toser en las manos, después de estornudar.
– si hay alguien enfermo cerca de uno, ponerse un spray desinfectante en la ropa, así como perfumarse en spray, que no quedas con rico olor pero al menos matas los bichos.
– si estás enferma, usa mascarilla. Especialmente antes de dar la papa.
– anda trayendo siempre en la cartera, gel antibacterial. Será tu mejor amigo.
– si se suenan tus hijos mayores u otras personas, no dejes esos pañuelos usados en el basurero. Mételos a una bolsa y aléjalos de la guagua.

Esta fue mi experiencia con mis hijas, una en verano y otra en invierno. ¿Cuál es la suya con las guaguas de invierno?

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