Ya todos sabemos que la crianza de un hijo es una tarea bastante difícil. Para mí ha sido prueba y error… me separé del papá de mi hijo cuando él recién había cumplido el año… y desde esa fecha que me he dedicado a criar sola a mi cachorro.

A principios de abril de este año, un día miércoles, recibí una llamada de la guardería de mi hijo, porque había tenido una pelea con un compañero y la directora tenía que hablar conmigo.

Cuando llegué a la guardería, mi hijo estaba triste y muy angustiado, eso lo pude ver en sus ojitos. La directora me hizo pasar a su oficina y cerró la puerta, mientras mi hijo esperaba afuera, y me empieza a contar lo que había pasado.

En primer lugar, quiero aclarar que mi hijo nunca ha sido un niño peleador, entonces estaba muy sorprendida que se hubiese peleado a combos con un compañero, ya que él no es de los niños que soluciona sus problemas a golpes. Le dije a la directora que me parecía raro que pasara eso, y ella de inmediato empatizó conmigo, y me dijo, es por lo mismo que tenemos que hablar.

Hace días que yo notaba que mi hijo estaba raro, pero a pesar de yo preguntarle todos los días cómo le había ido, que qué había hecho en el colegio, su respuesta siempre era la misma, que le había ido bien, que jugó en el recreo y lo veía contento. Pero ese día algo cambió.

La directora me dijo que mi hijo le había pegado a ese niño en la guardería, porque ese niño, en conjunto con 4 compañeros más, le robaban la colación en el colegio, le rompían sus cuadernos y además lo molestaban en los recreos, con insultos y golpes. Ese día mi hijo no aguantó más y se defendió. Todo eso mi hijo se lo confesó a la directora, pero nunca me había dicho nada a mí.

Yo sentí tanta pena y rabia en ese momento. Pena porque como mamá no me di cuenta a tiempo que mi hijo estaba pasando por algo así, y rabia contra los otros niños porque no lograba entender, cómo siendo niños tan pequeños, podían hacerle tanto daño a uno de sus pares. Mi hijo y sus compañeros tienen 7 años.

Cuando salimos de la guardería ese dia, abracé a mi hijo muy fuerte y le pedí perdón por no haberme dado cuenta de lo que estaba pasando. Él me dijo que no me había querido contar para que yo no tenga pena, que el era lo suficientemente fuerte para aguantar que sus compañeros lo molestaran. Me dijo también que él era un niño feliz porque el sabía que yo lo amaba mucho, y que a pesar que le pegaran o le robaran la colación en el colegio, él esperaba ansioso que yo lo pasara a buscar a la guardería para salir a dar una vuelta con nuestro perro, como lo hacemos todos los días. Mi corazón se desangraba en la medida que mi hijo me hablaba. Veía la bondad de su corazón y sentía mucha pena por todo el daño que le estaban causando esos niños.

Conversé con él y le hice prometer que tenía que confiar en mí, que tenía que contarme este tipo de cosas, porque de esa manera yo lo podía ayudar… y de a poco logré sacarle más información.
Me empezó a contar quienes eran los niños, las cosas que le habían hecho y bueno….ahí fue cuando comenzó todo esto…

Lo primero que hice, fue pedir una entrevista con la profesora de mi hijo, quien me atendió a los 2 dias siguientes. La profesora de este año era nueva, entonces no conocía bien al curso, pero se comprometió en averiguar más sobre lo que pasaba. Me citaron para una semana más y así poder contarme las novedades que pudiesen tener, pero esa misma semana me llaman del colegio, porque había mi hijo había tenido un “accidente” en el recreo y tenía que ir a buscarlo.

Cuando llegué al colegio, lo veo con su uniforme todo sucio y un chichón enorme en su frente y nariz. Al preguntarle qué había pasado, me dice que unos compañeros le habían pegado en el recreo. La inspectora y enfermera me dijeron que no habían visto nada pero que lo iban a investigar. Yo me fui a la clínica con mi hijo, ya que el golpe había sido fuerte, pero gracias a Dios no fue tan grave, y sólo le dieron reposo por el día.

Al día siguiente mi hijo no quería ir al colegio, así que accedí y nos quedamos juntos en la casa. Ese día me contó que le daba pena ir al colegio porque tenía compañeros muy malos, y él no quería estar con ellos. Yo le dije que en la vida nos iba a pasar eso, que nos íbamos a encontrar con gente buena y gente mala, pero que uno podía decidir si es que quería estar con esa gente o no. Él me contestó que los niños que le pegaban, que lo hacían siempre. Que ni siquiera eran sus amigos, que le robaban la colación, le hacían bromas pesadas, le escondían su mochila, no lo dejaban jugar en el recreo a la pelota, etc.

Mi respuesta fue explicarle que esos niños eran así, quizás porque estaban enojados o tenían rabia, pero que en conjunto con el colegio y los papás de esos niños íbamos a trabajar para ayudarlos y que dejaran de molestarlo. Y así lo hicimos.

Yo me reuní con los orientadores del colegio, el director y además hablé con los papás de esos niños, pero pasaban los días y mi hijo ya no era el mismo: seguía triste. Tampoco quería ir al colegio.

A la semana siguiente, vuelven a llamarme del colegio porque me hijo había tenido otro “accidente”, pero esta vez era más serio: un golpe en la cabeza contra la muralla, que lo dejó con vómitos y una contusión en la oreja. Partí de nuevo a urgencias. Lo tuvieron todo el día en observaciones, con un escáner de por medio y varios exámenes más. ¿El diagnóstico? TEC cerrado, con hematomas y contusiones medianas y reposo por 3 días más.

Siento que a pesar de haber seguido el conducto regular que uno debe seguir como apoderado en el colegio, ellos no tomaron las medidas suficiente para tratar esta situación a tiempo. Gracias a Dios las lesiones físicas no fueron de mayor gravedad, ya que ese mismo golpe que recibió en la cabeza, podría haber sido peor. Pero el dolor que mi hijo tiene ahora… ¿Quiénn se lo quita? ¿Quién puede sanar el daño emocional que mi hijo ha sufrido?

Siento que el colegio se desentendió del tema. Yo confié en ellos y en sus medidas, y no conseguí nada. Sólo seguir con la violencia entre los niños. Finalmente decidí poner una denuncia en el Mineduc y a raíz de eso el colegio suspendió a los niños involucrados y le cancelaron la matrícula para el próximo año.

Por suerte las agresiones no han continuado. Lo he pensado y quizás la mejor solución sería cambiar a mi hijo de colegio, pero lamentablemente en Chile, es difícil encontrar un buen colegio. Discrepo un poco sobre lo que significa estar en un “buen colegio” porque mi hijo va en un colegio católico, de mucho prestigio tanto educacional como en lo que a valores respecta, pero siendo un colegio tan destacado, de todas maneras pasan estas cosas.

Lo mejor es que como papás estemos atentos a cualquier señal que nos puedan dar nuestros hijos, y lo mas importante, es recalcar dia a dia el amor y respeto hacia los otros, que los niños sean amorosos, respetuosos, preocupados y empáticos. Esos son los valores que trato de reforzar día a día con mi hijo.

Te adjunto este video sobre unos niños que hicieron una canción tratando el tema del bullying y cómo lo enfrentaron. Cuando yo lo vi, sentí mucha emoción, pero a la vez me confirmó que no es mi hijo quien tiene que cambiar su forma de ser, somos nosotros los que tenemos que educar día a día, para que sean niños buenos, de buenos sentimientos y buen corazón, creo en un mundo mejor, y eso es lo que le enseño a mi hijo.

A pesar de lo doloroso que ha sido para nosotros toda esta situación, hemos tratado de sacar lo mejor, y dejar de lado lo malo. Lo que puedo destacar, es que agradezco a la vida por rodearme de gente tan maravillosa como lo son mis amigos. Sin ellos sería más difícil. Ellos son la familia que uno elige, y en ellos hemos encontrado la contención y apoyo necesario para superar todo esto.

Foto de portada desde Eldinamo.cl

Caro

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