Gracias a una nota que estaban compartiendo muchas personas, llegué al blog «No es na la feria«. Leí la nota que todos compartían y me pareció excelente, así que me puse a leer otras notas del que la había escrito. El autor de la nota, y de otras que leí, es Richard Sandoval, que tiene una manera de escribir muy sarcástica y divertida, como «Instructivo: 20 frases indispensables para hablar como señora», y otras apelando a cosas que han pasado en nuestro país, como una carta abierta a Horst Paulmann.

Pero la nota que leí hoy me dejó pensando demasiado. Cada línea que leí, iba tocando alguna historia en mi cerebro relacionada con todas las injusticias que pasan en este largo y angosto país llamado Chile. ¿Cuáles?

– La injusticia de que a las madres solteras las saquen de las Isapres (tengo el caso de una amiga y lectora que a los 7 meses de embarazo le dijeron: adiosito). Y no olvidemos, la injusticia de que por ser mujeres en edad fértil tengamos que pagar más, que es HARTO más que los hombres, sólo por tener útero. Misma injusticia que llegar a una edad en que puedes enfermarte, te vuelven a subir el plan. País machista donde los hombres siempre ganan y facilista, donde la respuesta que me dan muchos es «pero si así es Chile, no alegues más».

Que niños de madre soltera nazcan sin Isapre, como me pasó a mí. Expliqué en varias reuniones con la Isapre que el padre de mi hija vive en otro país y que no vendría a firmarles el papel y la respuesta fue entonces, que mi hija nacería sin cobertura durante 3 meses, y luego ella y yo estaríamos castigadas en el plan más bajo durante un año. Claro, no me lo dijeron con esas palabras pero así fue. Esa Isapre era Colmena Golden Cross, una de las Isapres mencionadas que generaron más de $50.000 millones de pesos en el primer semestre del 2014. Sumemos además, la gran locura de que las Isapres no cubren consultas por psicología (tope de 3 consultas) ni nutrición, acrecentando un país enfermo con stress, diabetes, hipertensión y depresión.

– Injusticias como que cada vez que voy a una Cruz Verde, veo la mirada del vendedor al insinuarme que compre un remedio y pienso, «qué pena, ¿se lo compro?». Y finalmente, esas empresas multimillonarias y acusadas de haberse coludido para hacerse más millonarias, hacen que los «civiles», los consumidores, tengamos que hacernos cargo de sus malos sueldos y estrategias horrorosas para que el farmaceuta pueda llegar con un cheque decente a fin de mes. Lo mismo con los empaquetadores de supermercado.

– Pensar en todo lo que trabajo y en que tengo una AFP que cuida de mi jubilación, y que cuando me meto a ver cuánto dinero he juntado, pienso en que mejor me voy rapidito comprando un terreno en el sur (antes que se agoten) para dedicarme a tener mi huertito y vivir como pueda (sueño de muchos que ven cuánto tienen en la jubilación), o mejor me voy a hacer residencia a otro país donde los viejitos puedan vivir dignamente.

Quiero dejarles esta nota que a mi me dejó profundamente esperanzada de que las cosas sí pueden cambiar, además de no sentirme sola. Estamos cada día más despierto y atentos a lo que hacen con nosotros, en un sistema donde ya estamos cansados de vivir con miedos: miedo de no llegar a fin de mes, a enfermarse y no tener con qué pagar, a que no acepten a tu hijo en el colegio porque no estás casada, miedo a que te clonen la tarjeta y justo no hayas contratado el seguro del banco, miedo al miedo, y donde no queremos seguir leyendo noticias de cuántos millones ganaron las Isapres mientras todos los que están en esos sistemas (bueno, no todos, los de sueldos normales que alcanzan para planes muy malos) tienen que pagar y pagar cada vez que van de urgencia, al doctor, a operarse y a comprar remedios.

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Por Richard Sandoval

Mientras en los noticieros-reproductores-de-videos-de-youtube no tardaron en montar toda un estética dramática con “el robo del siglo”, al más puro estilo del tsunami de fuego, en las redes sociales la reacción de los chilenos respecto al robo de 6 mil millones de pesos desde un camión Brinks, fue de una sorprendente altura de miras, que lejos de la facilista condena a los “flaites conshesumadres” –de moda en los tiempos culturales pre piñera/pre 2011-, tomó el atraco como una anécdota al lado de los verdaderos robos del siglo: el de la tropa de sinvergüenzas que detrás de directorios de isapres, aefepés, compañías eléctricas, mineras y retailers han saqueado a la patria cifras inconmensurablemente superiores a las que esta mañana un par de pelagatos con gorros pasamontañas.

La diferencia del delito parece estar en las formas, o por lo menos así lo han expresado miles de compatriotas ya conscientes de que el crimen histórico de esta nación recae en la injusticia y el abuso del mismo 1% que abre las puertas de sus cocinas para frenar la concreción de reformas y el avance del movimiento social.

La diferencia está en la forma, porque al contrario de los cinco bandidos que mañana estarán en todas las portadas como los hombres más peligrosos del país, los dueños de las isapres Cruz Blanca, Banmédica, Colmena, Masvida y VidaTres no tiraron miguelitos al piso luego de echarse al bolsillo $50 mil millones entre enero y junio de 2014, cifra que es 45,7% superior a la registrada en el mismo período del año pasado, y con la que lograron el récord de las mayores ganancias alcanzadas por las aseguradoras durante el primer semestre de los últimos nueve años. La única diferencia es que los dueños de estas compañías que construyen clínicas con olor a mall, discriminando a las mujeres, ancianos y enfermos catastróficos, no se pusieron pasamontañas para hacerse ricos, y no necesitan lavar el dinero para evitar la justicia; precisamente porque el Estado les ha construido el marco jurídico para que nosotros aceptemos el escupitajo en la cara. Y las colas en los consultorios.

Y no se trata de vestir de héroes a los hombres que tuvieron las agallas de encañonar a simples trabajadores que custodiaban el dineral de Brinks en la madrugada de Pudahuel; se trata de poner de una vez por todas las cosas en su lugar. Vergüenza debería darle a quien se atreva poner el grito en el cielo por el “robo del siglo” sin detenerse un minuto a revisar cifras aún más indignantes que las de las isapres, como son los 2.174 millones de dólares que se echaron al saco los bancos durante los primeros seis meses de este año, período en el que quizás más temor infundieron los empresarios respecto de la supuesta debacle que se venía con la reforma tributaria. Cada uno de los nuevos lujos a los que podrán acceder Andróniko Luksic (Banco de Chile), Alvaro Saieh (Corpbanca), y los capos de BCI, Santander y etcétera, etcétera, será un puñal clavado en el corazón no sólo de la reforma tributaria, sino de los trabajadores que más encima tienen que mamarse coberturas periodísticas que les presentan a cinco don nadies como los verdaderos malos de la película. Já.

La diferencia está en la forma, porque en lugar de quemar un vehículo en la carretera y abandonar una camioneta para continuar la huída, Pablo Alcalde, responsable de la gran estafa a cientos de miles de clientes de La Polar, sólo necesita un viajecito a la playa para evitar cámaras y flashes que iluminen su rostro desvergonzado. A diferencia de los ladrones del aeropuerto, que si los pillan es probable que sean crucificados para todo Chile vía satélite, a Alcalde le cambian la reclusión nocturna por arraigo nacional. Así, como salió en mayo en la revista qué pasa, tiene el tiempo suficiente para “refugiarse en el deporte, la familia y la fe” con el fin de preparar su defensa. En tanto, las viejas del barrio siguen enviciadas en las máquinas tragamonedas, cagadas de la cabeza y el corazón tratando de juntar los billetes que se les fueron cuando este “gerente” les cuadriplicó sus deudas, a sabiendas de que la maldad estaba dirigida hacia dueñas de casa sin sueldo.

Y como en este país no hay respeto por nada, la desfachatez del robo también se da a nivel político. Sí, porque tan barsa como Alcalde, es el presidente de la Juventud UDI Felipe Cuevas, quien al presentarse como un preso político le falta el respeto a miles de chilenos que aún sufren los traumas y nostalgias de una vida arrebatada por violadores de derechos humanos. La actitud de la UDI vista esta semana, tras una detención digna de un niño paseando por Venezuela, ha sido un verdadero robo a quienes llevan en la piel el abuso de los derechos humanos.

Barsas también son los empresarios que en alianza con la Confepa y los chiquillos de la UDI lanzan videos y levantan cientos de carteles contra la reforma educacional, mintiendo descaradamente a padres no instruidos en el tema, con fantasmas ridículos tipo usted no podrá elegir el colegio de su hijo y lo tendrá que juntar con pequeños delincuentes. Todo para cuidar el negocito.

Ladrones los responsables de ese atentado a la dignidad humana que fue la Universidad del Mar, que ganó $2.077 millones en 2009, pero que provocó un drama que rompió la esperanza de hogares en cifras incalculables. Ladrones los mentirosos que invirtieron millones de dólares en la publicidad de universidades como la de las Américas o la Bernardo O’Higgins, que ganó $1.060 millones en 2009, para terminar hoy con instituciones no acreditadas que aseguran un incierto futuro a sus estudiantes; los que sin embargo se sacan la chucha cada mañana para sacar su cartón y de todas forma hacer patria.

La patria que roban las aefepés, que juegan a la ruleta en las bolsas del mundo con los ahorros de profesores que terminan mendigando en la calle. Ladrones cuando pierden, y ladrones cuando ganan casi cinco veces más de lo que rentan los fondos de pensiones que gestionan. Porque según información de la Superintendencia de Pensiones, las administradoras promedian 22% anual de ganancia desde 2004, mientras que los fondos de los trabajadores afiliados al sistema de pensiones privado sólo ganan 4,6% en promedio en el mismo lapso.

Ladrones los dueños de la farmacia Cruz Verde, que obligan a sus trabajadores a vender los medicamentos más caros a los enfermos, y aún así necesitan ser presionados por huelgas para subir un poco el salario.

Inescrupulosos Paullman, Heller e Ibañez, que no necesitan de miguelitos ni pasamontañas para 1- violar derechos sindicales 2-ejercer presiones para el despido de periodistas y 3- comprar una edición entera del diario La Nación Domingo para ocultar una doble vida.

Los verdaderos ladrones del siglo son los que amparan un modelo económico que dejó morir a los 81 presos de la cárcel San Miguel, cabros que por vender películas en la feria pagaron las culpas de un sistema convirtiéndose en cenizas, mientras noteros-buitres les robaban el alma a sus madres al televisar sus llantos.

Ladrones todos los grandes abusadores de este país. Porque al lado de lo que han gozado durante toda una vida, 6 mil millones de pesos extraídos en tres minutos no son nada. Porque los verdaderos ladrones son los que no usan miguelitos ni pasamontañas para robar; usan autos de lujo, trajes de dos piezas y la triste miseria de un pueblo. Enhorabuena, el show hoy montado por la tele ya no nos espanta, porque ya sabemos la verdad.

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