Bueno, la verdad es que a veces no todo es tan bonito
Quiero contarles la verdad. Hay cosas que digo que hago pero no es cierto. Sé que es así con muchas, ¡lo sé!
Esta es parte de mi verdad:
No siempre doy la comida en las porciones que dice el doctor
Tanto es así, que a veces ni siquiera la mido. Sólo tomo una cuchara y voy metiendo porciones en un plato que luego son tragadas por mi hija menor.
Asentí cada vez que el pediatra me preguntaba si le daba las vitaminas
Pero la verdad, es que no se las di siempre. Mejor dicho… ¡casi nunca! De hecho hace poco tuve que botar el envase porque ya se estaba poniendo de un color curioso, eso quiere decir que lleva ahí mucho tiempo. ¡Pero no se preocupen! Mis hijas están en perfecto estado.
A veces me frustro con la maternidad y no sé cómo salir de ahí
Pienso, pienso y pienso un poco más, en la mamá que me gustaría ser. Esa que acompaña a todas horas, que está ahí ayudando a hacer las tareas, que enseña a leer y a sumar, que mientras baña lee un cuento. Pero después pienso que soy como soy, que mis hijas son felices igual con la mamá que tienen, en lo insoportable que debe ser, ser esa mamá perfecta… y se me pasa.
Amo a mis hijas pero a veces siento que me falta quererme más a mí
Y en nueva promesa de este año, está la de que nunca más saldré con ropa deportiva. Me tomaré mis minutos para sentirme sexy frente al espejo, para salir a caminar para cuidar mi salud y de tomarme una copa de vino tranquila mientras me doy un baño de tina. Pero han pasado varios meses desde que pensé en esta resolución y aún no lo logro pero bueno, recordemos que no soy la madre ni mujer perfecta.
No quiero posponerme
Esto sí que es lo más importante porque tengo miedo: de verdad no quiero posponerme. Es un miedo real que siento porque siento que a veces hago todos por mi familia y no quiero que llegue un momento en que miro para atrás y pensar “debería haber hecho más por mí”. Así que todos los días me levanto con nuevas ganas de hacer algo por mis proyectos personales y laborales. Y esta aventura de vivir en otro país me ha permitido abrirme a los miedos de “qué hago ahora?”, que es parte de renovarme.
Supongo que todas tenemos nuestros secretos. Algunas los conversan, yo los escribo.