En Francia, el movimiento del 17 de noviembre o la Revolución de los chalecos amarillos

El sábado de 17 de noviembre, el pueblo francés se auto-organiza para protestar contra la política del Presidente Macron. No se trata de un movimiento organizado por sindicatos o partidos políticos (aun que algunos intentaron recuperarlo) sino de la desesperación de la gente y la necesidad de expresarla.

La gota que colmó el vaso, fue el anuncio del aumento del precio de la bencina y del diésel. El gobierno la justifica como necesaria para reducir el consumo de energías fósiles. Sin embargo, los franceses lo sienten como un impuesto más, uno injusto, porque no por ser más cara la bencina dejarán de usar sus autos para ir a trabajar o dejar sus hijos al colegio. Ni tampoco la distancias se harán mas cortas, especialmente en regiones, donde hay que trasladarse de pueblo en pueblo para ir al supermercado o al colegio. No aceptan que ellos tengan que soportar el peso económico de la supuesta transición ecológica, cuando el querosén de la Aeronáutica no esta ni sujeto a impuesto.

Pero el movimiento vas más allá, y pide la destitución del Presidente y de su gobierno. El pueblo ya no acepta que por un lado se suprime el impuesto sobre la fortuna (se pierden 4 mil millones de euros al año), y que por otro lado se aumente las cotizaciones de los jubilados y se disminuya las ayudas a los estudiantes. No aceptan que se apunte a los cesantes cuando se protege a las grandes empresas que evaden impuesto (mas de 100 mil millones al año en Francia).

Este 17 de noviembre, el pueblo francés parará el país, bloqueando las rutas, liberando peajes, dejando de consumir en grandes tiendas y vistiéndose con su chaleco amarillo para protestar contra la política anti-social del presidente Macron.

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