Una vez que uno decide que es tiempo de abrir un nuevo capítulo en su vida, no hay vuelta atrás. El viajero tiene unas ganas que aparecen solas, por ir a descubrir nuevas cosas. Una vez que sientes eso, lo mejor que puedes hacer es organizarlo porque no estarás tranquilo hasta hacerlo. Aquí les quiero dejar los datos de cómo armé mi viaje a Nueva Zelanda con la visa Working Holiday, porque muchas personas me han preguntado cómo se hace y cómo es la experiencia de viajar con este tipo de visa. Eso sí, será en distintas partes porque si no quedaría muy largo.

¿Por qué hacer un viaje con Working Holiday a Nueva Zelanda?

Cada uno tiene distintas razones para viajar. Algunos a buscar experiencias, otros para sentirse vivo. Siempre hay aquellos que se sienten agobiados por la rutina y otros porque sencillamente, porque quieren viajar.

Yo recomiendo un viaje así a ojos cerrados. La experiencia de estar solo en otro destino, nos hace crecer más de lo que podríamos hacerlo en la comodidad de nuestras casas y la rutina. Estar solo, sentir la necesidad de hacer amigos, de buscar trabajo, de saber ahorrar y valorar los pocos pesos que tenemos, de seleccionar bien tu comida, tu alojamiento, tu transporte. De moverte caminando, disfrutar las áreas públicas como plazas, parques, bibliotecas, de conocerse a uno mismo y de re pensar qué es eso que dejamos atrás. Valorar que quiénes somos y lo que sabemos hacer es mucho más importante que cuánto hacemos con nuestras habilidades. De hecho, encuentro que ese es el gran valor de un viaje así: aprendemos que ser felices no tiene nada que ver con los ingresos, y que la libertad no tiene precio alguno.

Yo me fui a este viaje porque buscaba salir de la rutina. Había vivido la pérdida de alguien muy querido y quería hacer mi luto tranquila. Supe que en Nueva Zelanda daban esta visa, leí la experiencia de varias personas (todas positivas) y me armé de valor para partir en un nuevo viaje sola. Hace unos años, me fui de intercambio a Guadalajara, México, también sola. Pero los viajes fueron absolutamente distintos. En Nueva Zelanda verás un mundo nuevo, partiendo por convivir con distintas nacionalidades asiáticas (Corea, Malasia, Japón, China, etc.) y otras que pocas veces en tu vida habrás visto antes como personas de Samoa, Fiji, Etiopía, etc. Eso me llamó profundamente la atención y fue lejos, de lo que más me gustó de este viaje.

También entendí que en otras tierras somos sudamericanos. Simplemente, sudamericanos. Ni chilenos, ni argentinos, ni bolivianos, ni peruanos. Más de una vez me preguntaron si yo conocí a Pablo Escobar, a lo que yo contestaba – “Eso queda en Colombia, unos 4 ó 5 países más arriba que el mío”. Y si bien, por una parte me molestaba absolutamente que conozcan tan poco sobre Sudamérica y sus más de 10 países, por otro lado me sentía muy atraída a estar en un ambiente donde no hay apellidos, no hay contactos, no hay “yo salí de ese colegio, y tú?”. No hay linaje, no hay diferencias. Eres uno más de esos miles que andan viajando buscando un destino, un nuevo cuento en su vida, un año de reflexión.

En resumen, esta visa les permitirá irse con permiso para trabajar por Nueva Zelanda y así, aprovechar de viajar. También pueden estudiar, pero lo más importante, es trabajar. Da lo mismo si sabes inglés, de hecho yo me fui con una amiga que no sabía, y hoy ya vive en Australia. Conocerás un país maravilloso (muy parecido al sur de Chile), pero que está hecho para que puedas disfrutar el turismo. Todo es mucho más fácil que acá, todo. Viajar, trabajar, hacer los trámites, abrir una cuenta en un banco, etc. Podrás comprarte un auto e irte a trabajar a los campos, o viajar en el auto (yo viajé en el mío durmiendo en un colchón en la maleta), trabajar en centros de ski, hoteles, si tienes suerte y contactos incluso podrás encontrar trabajo en tu área laboral. Conocerás gente maravillosa, miles de culturas, vida en las plazas (de verdad, no en un mall). Podrás disfrutar de partidos de rugby y conciertos que aún no llegan a Chile. Harás muchas cosas que aquí ni siquiera pensarías que se podían hacer y te acostarás sonriendo muchas noches.

Todo está en la motivación y las ganas. Si están pensando irse en este viaje, prepárense bien en su cabeza porque seguramente les costará un poco volver después a su país, donde todo sigue – un poco – igual. Pero nada vale más la pena que ese esfuerzo. Despídanse bien, muy bien, de sus familias, de sus amigos, vayan juntando plata, compren crédito en skype para estar más cerca de los suyos para esos días en que lo necesiten y listo.

Así que si ya estás con las ganas, espera la próxima nota –> Cómo sacar la visa Working Holiday.

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