Mi abuelo tenía un labrador negro maravilloso. Su nombre era Greco. Cada vez que lo iba a ver y tocaba el timbre, aparecía Greco en la puerta, saltando, ladrando y babeando de felicidad. Atrás veía a mi abuelo caminando diciendo “espera, Greco, aquí vengo”. Greco se callaba y quedaba fijo en la puerta moviendo la cola para todos lados.
Greco era el mejor compañero de mi abuelo. Él vivía sólo así que Greco lo acompañaba a regar el patio, a pasear, se sentaban juntos a mirar la puesta de sol en el mar (sí, vivían en un paraíso visual frente al mar), salían juntos en el auto al supermercado, caminaban a la plaza, y se acompañaban siempre. Incluso a veces Greco se acordaba que era perro y se iba persiguiendo a alguna perra en celo y mi abuelo quedaba con la angustia en el pecho hasta que Greco regresaba.
Yo estuve presente muchas veces en que mi abuelo lo retaba por haberse escapado. Era la escena más tierna y conmovedora del mundo:
– Greco, nunca más te vayas. Me dejaste muy preocupado – le decía mi abuelo. Greco contestaba con un ladrido y dándole vueltas por las piernas.
Este perro superdotado incluso aprendió a dar la mano y a no ladrar cuando se lo pedían. Era una amistad preciosa. Y así como todo en la vida, el tiempo hizo de las suyas y ambos se empezaron a hacer viejos.
Mi abuelo ya necesitaba a alguien más que a Greco para cuidarlo, y Greco necesitaba su espacio para poder descansar. Al cuidado de mi abuelo llegó una enfermera en la semana, además del cuidado de la familia. Greco seguía en la casa, pero ya con canas en los bigotes y con un paso más lento. Mucho más lento.
Mi abuelo falleció. Fue triste, muy triste. Y también había que pensar en Greco se quedaría sólo. ¿Quién se haría cargo de él?
Finalmente la decisión la tomó mi papá, quien se llevó a Greco a su casa. ¿Cómo iba a dejar al gran compañero de su padre sin una casa? Además, cuando le pregunté me dijo: Javi, en el Greco veo a mi papá. No puedo hacer nada menos que darle la mejor vida que le quede.
Así que un día, llegó Greco a la casa. Viejo y cansado, pero todavía un inmenso labrador. Nuestro perro se llamaba Baco, un airdale terrier muy celoso, que no le gustó nada la idea de tener un compañero en el patio. Esto fue un tremendo problema porque no se acostumbran a estar juntos. Tanto así que una vez mi hermano fue a darles la comida por separado, pero uno se puso celoso del otro y se empezaron a pelear y morder, con mi hermano al medio de la batalla mientras la sangre volaba.
Esa vez los dos terminaron en el veterinario. El pobre Baco con toda la parte de los bigotes cortada y Greco con el cuello mordido. Son animales y hacer que respetaran el espacio del otro, iba a ser una extensa lucha. Pero aunque no lo crean, se logró.
Hoy hay que seguir con los cuidados cuando se les da la comida, como hacerlo por separado y en el plato de cada uno, sino se escuchan los gruñidos. Pero se nota que ya se quieren. Baco duerme en un lado, Greco en el otro. Baco es joven y le gusta salir persiguiendo a los pájaros y gatos que llegan al patio, mientras Greco, viejo y enfermo, se queda casi todo el día en su casa. Pero se acompañan y los dos son parte importante de la casa.
La última vez que fui a almorzar a la casa de mis papás, salí a ver a Greco. Me acompañó mi papá y mi marido, porque me da un poco de miedo salir sola cuando están los dos perros juntos. Greco aulló desde su casa y mi papá lo llamó. Con un paso lento y torpe logró salir, y nos acompañó al pasto. Se sentó y no se pudo parar más. Entre todos tuvimos que ayudarlo. Me dio tanta pena, hasta que escuché a mi papá decir: no puedo evitar ver a mi papá en este Greco. Y ahí entendí todo lo que significa ese perro para él, un pedazo de su propio padre. Así de grande son las mascotas.
Un día Greco despertó en agonía y hoy ya no está con nosotros. Pero su recuerdo y el de mi abuelo, siguen cada día vivos en nuestros corazones, además de aparecer en las conversaciones. Baco también se fue, y sólo me doy cuenta que el tiempo vuela y lo único que queda es el recuerdo que dejamos.
1 comentario
Me mataste con la historia… a mi me pasa q en cada perrito de la calle veo a mi Ozzy (perro q recorrimos en una feria libre) que es tan regalon… tan bien cuidado y tanto perrito washo dando vuelta… me lso llevaria a todos a mi casa(lo cual es imposible)… yo veo a mi perro como un hijo y moriria de pena si le pasa algo….lo lindo, dentro de lo penosa q es la hitoria… hoy estan juntos… tu abuelo y su greco
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