Debo confesar que un principio me costó asumir que traía una vida a este mundo. Siempre me consideré una mujer libre, ambiciosa, terca y solitaria. Nada me ataba, todo era frío, simple, aburrido y lo que me acompañaba siempre era mi ambición por querer más materialmente. ¿Era Feliz? No lo sé pero era y eso me hacía sentir viva.
A los 4 meses de embarazo y estando en una relación, me di cuenta que estaría sola en el resto del proceso, aunque nunca he querido contar detalles por respeto a mi hija. Puedo decir que ella vino a rescatarme. Josefina me salvó.
Con el tiempo comencé a tomar decisiones por nosotras, porque Josefina, mi hija, me vino acompañar en este camino. Así decidí emprender sola, lo que me me ayudó a entender que venían decisiones con la cabeza antes que con el corazón. ¿Mamá soltera? No lo sé, pero llevo la responsabilidad de dos y no es fácil.
Todos te comentan que este proceso es hermoso pero la verdad en un principio fue horrible. Todo lo que te dicen que te puede pasar en tu embarazo, me pasó. Mucho asco, mucha emoción todo esto sumado a que yo no quería ser mamá. Nunca pensé en no tenerla, nunca fue mi opción, siempre asumí algo que yo hice y que hoy no me arrepiento.
Nos dicen que nacimos para esto pero la verdad, ¿Quién está tan preparado para ser responsable de otro? Así me han nacido diferentes preguntas ¿Seré una buena mamá? ¿Seré un ejemplo para ella? ¿Me acompañará en todo mis proyectos? Y es en última pregunta donde comienzan a cambiar las cosas. “Mis” se transforman en “nuestros” y eso es algo que traté de evitar toda mi vida, sobre todo con mis parejas.
Nada puede describir el momento que por primera vez la tuve en brazos y me di cuenta que ya no estaba sola. Ahora éramos ella y yo, los miedos pasaron y todo se volvió fuerza. Sí, ella es mi fuerza y aunque a veces me siento culpable por pensamientos negativos que tuve durante mi embarazo me doy cuenta que era parte del proceso.
Nunca quise tener hijos ni ser responsable de otro pero hoy esto no lo cambio por nada en el mundo. No cambio verla sonreír, cambiar sus pañales, conocerla y sentirla día a día. Hoy tengo un motivo para ser feliz: Josefina.
Espero que mi hija algún día lea esto y sepa que me costó. Que a mitad de camino quedé sola pero que nunca me rendí y que lo logré por ella, por nosotras y por las ganas de hacer las cosas bien.
Carmen Castillo (@CarmenTuitera)