Tengo 42 años y soy madre primeriza. Mi hijo Santiago actualmente tiene dos años y medio, y la mayoría de mis amigas de mi edad tienen hijos que sobrepasan los 5 años – e incluso tengo algunas que sus hijos ya están en la universidad -.

En un artículo anterior, les comenté que Santi fue un hijo que llegó de sorpresa y que se ha convertido en mi camarada y amigo. Bueno, no sólo mío sino también de su papá Mario. Los tres armamos un equipo inquebrantable hasta ahora, donde nos gusta mucho compartir, los tres solos, el tiempo libre que tenemos, nuestras propias actividades, disfrutando, viendo películas, jugando y paseando mucho.

Hoy nos levantamos muy afligidos, pensando a qué se puede deber este comportamiento. Comenzamos a llamar a nuestros amigos psicólogos, educadoras de párvulos y a su tía del jardín (amiga de mi marido de la infancia): ¿Qué le pasa a Santiago? Pueden haber cientos de respuestas, pero una muy asertiva fue esta conversación:

Pregunta: ¿con quién se quedó Santi desde mayo hasta septiembre?,
Respuesta: Con sus abuelos.
Pregunta: ¿Qué abuelos?
Respuesta: Mi madre dos veces a la semana, mi padre y su señora (que también es su amada abuela) dos veces a la semana y mi suegra, que además apoyaba a mi mamá.

Ahí estaba la respuesta. Santiago había regresado a las reglas. Debe conducirse de acuerdo a lo que rige el jardín ya que ahora no siempre le dicen que sí y llorar no lo lleva a ninguna parte ahora, es decir, ya no logra nada. No quiero hacer un mea culpa, porque siempre le pedí a los abuelos que fueran igual de rigurosos como Mario y yo, pero creo que la mayoría de las veces los abuelos nunca tomaron en cuenta nuestro pedido y mi Santi se convirtió en un consentido.

Tampoco voy a acusar a los abuelos, que son de gran ayuda y dónde más seguros los podemos dejar, pero creo que a veces se les olvida que nosotros criamos a nuestros hijos, y más que malcriar (como dice el dicho) nos tienen que apoyar. Porque el que lo está pasando mal hoy es Santiago, un niño amoroso con sus compañeritos y sus tías, pero llorón si le dicen que NO, nosotros somos adultos y nos podemos bancar muchas cosas, pero no siempre debemos tranzar con todo.

¡Ánimo con las pataletas!

*Pueden leer cómo controlar las pataletas en este artículo

Ale Noemi.

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